Es hora de construir

INGENIERÍA DIGITAL

Es hora de construir

La ingeniería

El diccionario nos dice que la ingeniería es la aplicación de conocimientos científicos y técnicos para diseñar, construir y mantener estructuras, sistemas, procesos o productos que resuelvan problemas o satisfagan necesidades humanas. 

La ingeniería es, por ende, una actividad eminentemente humana. El ser humano es una criatura capaz de llevar a cabo dicha labor. La ingeniería, más allá de constituir el oficio o profesión surgida de las transformaciones sociales del siglo XIX (Revolución Industrial), es una actividad emergida de manera natural de la mente humana, y practicada desde el inicio de la vida organizada del hombre.

Desde que el ser humano comenzó a desarrollar los instrumentos cognitivos y físicos que le permitieron ubicarse en el mundo e interactuar con él, la voluntad de transformar su entorno emergió de manera natural.

La voluntad de transformar el mundo nace de la necesidad innata del ser humano de control.Empezamos a transformar el mundo para hacerlo habitable. Y la habitabilidad del mundo se articula tanto en lo físico como mediante lo simbólico. No es casualidad que, al mismo tiempo que comenzamos a construir sistemas físicos para dominar el entorno —hogares, almacenes, puentes, caminos, riegos— comenzáramos también a erigir templos e infraestructuras simbólicas como las antiguas pirámides, luego catedrales y demás ingenios para la habitabilidad del espíritu.

La ingeniería es la actividad que, de manera operativa, define al ser humano como tal.

La profesión de ingeniero

Una profesión es una actividad especializada que una persona realiza de forma habitual y remunerada, basada en conocimientos teóricos y prácticos adquiridos mediante formación formal y experiencia. Implica responsabilidad, ética y competencia técnica.

Así, una profesión es una actividad a la que se accede tras superar un periodo de formación en el que se adquieren unos conocimientos. Pero, especialmente, es algo que se desarrolla. Una profesión es una actividad que influye profundamente en el individuo, convirtiéndolo en profesional, y por ende, contribuye a definirlo como persona.

El desarrollo de una profesión, la integración de conocimientos, método y técnica en la búsqueda de objetivos concretos, influye en el individuo, en su manera de razonar y ver el mundo.

Como profesión, la ingeniería es una actividad que transforma profundamente al individuo y con la que se adquiere un compromiso. Le permite entender la realidad de una manera profunda. Le permite ver el mundo como una serie de problemas a resolver, esto es, identificar puntos de optimización y oportunidades para la transformación de la realidad. Es precisamente esta visión, esta capacidad transformadora, la que otorga la libertad al individuo.
Y en esta libertad, el ingeniero consigue aplicar su creatividad para transformar el mundo, entendiendo que los ingenios diseñados y puestos en marcha contribuyen a procesos que generan cambios profundos para las generaciones venideras, pudiendo definir en gran medida las condiciones de vida y el curso de los acontecimientos.

Por ende, la responsabilidad inherente a la profesión cobra especial relevancia en la ingeniería. Una profesión implica siempre responsabilidad, una responsabilidad vinculada al dominio de acción de la misma. Siendo el alcance de la ingeniería de especial profundidad, exige una responsabilidad… especial. Un ingeniero es responsable de sus invenciones.

“Cada herramienta lleva consigo el espíritu con el que fue construida”  Heisenberg.

Un ingeniero debe estar preparado para firmar su trabajo. Cada obra llevada a cabo le acompañará y hablará de su persona. Pudiendo transformar el mundo para bien o para mal, un ingeniero debe estar preparado para reflexionar sobre la implicación de su trabajo, y para llevarlo a cabo con los más altos estándares éticos.

Los ciclos de transformación

La tecnología es el resultado del trabajo de ingeniería. Y, como hemos visto, tiene el objetivo de transformar el mundo en beneficio de las personas (de las responsables de su diseño).

Del mismo modo, la tecnología es aditiva: pequeñas innovaciones se adhieren, se combinan, habitualmente para multiplicar su efecto y para facilitar la aparición de innovaciones más determinantes. Podemos hablar de tecnologías individuales y de conjuntos tecnológicos, compuestos por una suma de invenciones con un sentido común.

Las invenciones pueden ser menores, esto es, localizadas y generalmente destinadas a resolver problemas pequeños o a optimizar algún tipo de proceso ya tecnificado. O pueden ser determinantes, esto es, habilitar la puesta en marcha de procesos enteramente nuevos y permitir al ser humano dominar otras áreas de la realidad.

Habitualmente, las tecnologías se agrupan en conjuntos tecnológicos. En ocasiones, estos pueden activar cambios determinantes en el sistema.

De la misma manera que las tecnologías se agrupan en conjuntos, los ingenieros a su cargo trabajan de manera colectiva dentro del amplio colectivo de la sociedad, en un ciclo de identificación de necesidades, desarrollo e implantación. Un ciclo profundamente mediado por factores como la disponibilidad de materiales, la cadena de dependencias tecnológicas, la madurez técnica o incluso la suma de voluntades políticas.

Estos factores hacen que, de manera inevitable, los grandes cambios tecnológicos que en la historia moderna llamamos “revoluciones industriales” se agrupen en ciclos temporales. Las revoluciones solo pueden ocurrir en un escenario definido por ciclos. Entendiendo que el desarrollo técnico nunca termina, podemos generalizar que estos ciclos se organizan alrededor de dos fases: la construcción y la optimización.

La fase de construcción es aquella en la que se materializa la innovación disruptiva. Suele iniciarse tras el desarrollo y difusión de un conjunto tecnológico determinante, como la máquina de vapor o las tecnologías de la información y la comunicación. Tras materializarse y volverse accesible, el conjunto tecnológico comienza a responder a las demandas socioeconómicas, permitiendo la entrada en una fase de construcción en la cual se desarrolla un amplio crecimiento y se transforma el mundo a partir de dicha tecnología. Los ingenieros diseñan y fabrican, están a pie de obra, y en los talleres firman proyectos.

La tecnología siempre se desarrolla hasta el límite de sus posibilidades. Terminada la fase de construcción, una vez que el mundo ha adoptado su nueva forma, el ciclo pasa a la fase de optimización. En dicha fase, el desarrollo técnico se centra en buena medida en el estudio, la mejora y el mantenimiento de las invenciones desarrolladas. Los ingenieros se vuelven gestores.

El mundo ha venido transicionando entre estas fases a lo largo de los últimos siglos. La emergencia del conjunto tecnológico digital, además, facilita un intercambio de información sin precedentes. Esto, sumado a la mejora en la velocidad y disponibilidad de las cadenas de suministro de materiales en todo el mundo, acorta los ciclos de construcción-optimización, generando incluso microciclos según el área técnica.

Actualmente estamos entrando en una fase de construcción. La irrupción del conjunto tecnológico digital, compuesto por tecnologías clave como la fibra óptica, las redes de datos como 5G y superiores, los procesadores gráficos y la base tecnológica de la Inteligencia Artificial (incluyendo arquitecturas específicas como los Transformers),  junto con el contexto geoeconómico mundial, nos hace entrar en una fase de construcción acelerada.

Ahora más que nunca, el trabajo de un ingeniero es determinante. Las redes de datos y transporte hacen que la tecnología actual tenga un impacto global a corto plazo. Las demandas sociales y económicas se mueven aceleradamente hacia la proyectos en Energía, Transporte o…Defensa. Un sistema bien diseñado en un país puede generar disrupción en otro a miles de kilómetros. Un algoritmo puede alterar un mercado, una red puede cambiar un conflicto. La profesión de ingeniero, hoy, es parte estructural del equilibrio geopolítico.

La tecnología siempre se desarrolla hasta el límite de sus posibilidades. Y ahora es el momento de los ingenieros.Este es el momento de llevar a cabo grandes esfuerzos. No para optimizar el mundo, sino para transformarlo.

Es hora de construir.